jueves, 15 de noviembre de 2007

INICIO EN EL PERIODISMO

Otra circunstancia importante es que, en Bogotá, empieza a escribir, para el periódico El Espectador, sus primeras obras: Diez cuentos, de los que abjurará después, que constituyen su “prehistoria” como escritor. También es remarcable que García Márquez participase, como otros muchos estudiantes, en las manifestaciones surgidas a raíz del “bogotazo”: el asesinato en 1948 de Jorge Eliecer Gaitán, político progresista aspirante a la presidencia de la república. El asesinato de Gaitán desencadena una escalofriante y larga oleada de violencia (casi trescientos mil muertos entre 1948 y 1962) que tendrá su reflejo en la literatura de García Márquez y de otros escritores, como Fernando Garrido y Álvaro Mutis, hasta el punto de que la narativa colombiana de estas décadas ha sido designada como “literatura de la violencia”.


Pronto, García Márquez abandona los estudios de Derecho: en un viaje a Barranquilla conoce a un grupo de periodistas que le fascinan y decide instalarse allí y orientar totalmente su vida al periodismo, por lo que empieza a trabajar de columnista en “El Heraldo”, y a la literatura: se instala en un cuartucho ínfimo de un bloque de cuatro piso llamado “El Rascacielos” y allí empieza a escribir su primera novela, La hojarasca.IntelectualesGabo se integra en el llamado “Grupo de Barranquilla”, que se reúne en el “Café Happy” y el “Café Colombia”. Miembros del “Grupo de Barranquilla” son: Germán Vargas, Álvaro Cepeda y Alfonso Fuenmayor, periodista de “El Heraldo” de gran formación intelectual, al que García Márquez le debe el descubrimiento de los autores que más tarde se convertirán en sus modelos literarios: Kafka, Joyce y, muy especialmente, Faulkner, Virginia Woolf, y Hemingway. A las tertulias del “Café Colombia” acude también Ramón Vinyes, un viejo catalán republicano, escritor, ex-librero y profesor de un colegio de señoritas, al que García Márquez homenajeará en “el sabio catalán”, junto a sus tres amigos, en las últimas páginas de Cien años de soledad.Su amorEn Barranquilla, García Márquez conocerá a Mercedes Barcha, quien más tarde se convertirá en su compañera de toda la vida. En 1954, convencido por Álvaro Mutis, García Márquez regresa a Bogotá. Allí, de nuevo para El Espectador, trabaja como reportero y crítico de cine.





García Márquez despertó la euforia entre los lectores gracias a su particular estilo para escribir.




Ese periodo de apasionada dedicación al periodismo, dejará posteriormente huella en su literatura. Como señala Vargas Llosa, de allí proviene en buena medida su fascinación “por los hechos y personajes inusitados, la visión de la realidad como una suma de anécdotas” y “las virtudes de concisión y transparencia de estilo” de sus mejores libros, en los que narra con la precisión de un cirujano. Esta simbiosis de literatura y periodismo es clara en algunas sus obras narrativas publicadas, Relato de un náufrago (1955), Crónica de una muerte anunciada (1981), Noticia de un secuestro (1997).Desde ese momento, García Márquez no abandonará nunca su actividad periodística y posteriormente será colaborador habitual en periódicos de Colombia, Venezuela, México, España y Estados Unidos.










Dos grandes escritores y amigos: Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez.

Descubrir el mundoEn 1955, García Márquez va por primera vez a Europa como corresponsal de El Espectador. El que tenía que ser un breve viaje para alejarlo de las iras gubernamentales desencadenadas por la publicación de El relato de un náufrago, se convierte en una estancia de más de cuatro años: Ginebra, Roma –donde, además de cubrir la información de la enfremedad de Pío XII, se matricula en el “Centro Sperimentale de Cinematografía”- y finalmente París. Al poco de llegar a Francia, recibe la noticia de que El Espectador había sido clausurado y un cheque para el pasaje de regreso. Pero García Márquez, que había decidido seriamente ser escritor, decide quedarse en París. Afrontando grandes penalidades económicas (“Estuve viviendo durante cuatro años de milagros cotidianos”) y trabajando, como explica Vargas Llosa, “a diario, con verdadera furia, desde que oscurecía hasta el amanecer”, escribe La mala hora (1961) y paralelamente, a partir de un episodio que se le desprendió de esa obra, una de sus mejores novelas: El coronel no tiene quien le escriba (1958).Con su amigo Plinio Apuleyo Mendoza hace un viaje a los países del Este (Alemania Oriental, Checoslovaquia, Polonia, Rusia...) y luego escribe diez reportajes (al más célebre lo tituló “90 días en la Cortina de Hierro”) que quieren ser fundamentalmente objetivos, pero que contienen una serie de valoraciones contradictorias de adhesión y crítica, lo que demuestra la sinceridad e independencia de su opinión.


En 1958, tras una estancia de dos meses en Londres, decide regresar a América, entre otras cosas porque sentía que se le “enfriaban los mitos”. Primero se instala en Venezuela, donde su amigo Plinio Apuleyo Mendoza le había conseguido trabajo de redactor en la revista Momentos. Al poco de llegar a Caracas, es testigo del bormbardeo aéreo y del asalto al Palacio presidencial, hechos que concluirán días después con el derrocamiento del dictador Pérez Jiménez.Estos hechos, especialmente la imagen, según cuenta Vargas Llosa, de la huida de “un oficial con una ametralladora bajo el brazo y con las botas embarradas” y la entrevista que le hizo al que, durante 50 años, había sido mayodormo de Palacio, sirviendo a varios presidentes y dictadores, serán decisivos en la gestación de un proyecto literario que empieza a obsesionarle: escribir una novela de tiranos, que reflexione sobre “el misterio del poder” y la capacidad de fascinación hipnótica de los tiranos. Otras experiencias recientes se imbrican con las que está viviendo en Venezuela y le ayudan a entender los mecanismos de la dictadura: el poder supremo del sumo pontífice en Roma, la fanática pervivencia del culto a Stalin que, cuatro años después de la muerte del dictador, había palpado en Moscú... Tardará 17 años en hacer realidad ese proyecto en la quinta de sus novelas: El otoño del patriarca (1975).

En un viaje relámpago a Barranquilla, se casa con su novia Mercedes Barcha, con la que pronto tiene dos hijos, Rodrigo (que nació en Bogotá en 1959) y Gonzalo (que nacería en México tres años más tarde).

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